Gotitas de Sabidurida: Coche nuevo

Este fin de semana he estado con la parienta en el Salón del Automóvil de Málaga, un paraíso del motor y las azafatas ultrabuenas, caldo de cultivo para vendedores sin escrúpulos y un coñazo si vas a comprar un coche para tu mujer.
La disyuntiva del asunto era: necesidad vs "coche bonito".
Era obvio que no ibamos a comprar un cochazo, porque a pesar de lo que piensen algunos lectores de este blog, (y david, no quiero señalar a nadie), comprar un cochazo es un coñazo. Gasta un huevo, corre demasiado y eso los radares ya la Guardia Civil "no lo entiende", si le das un arañazo (recordad, es para mi mujer) el disgusto es mayestático, y no te digo ná si a la niña le da por tirar el zumo o vomitar en la tapicería de cuero... mi miocardio no está para estos trotes, y mi bolsillo tampoco.
Camino de Málaga, nosotros vivimos en Granada, me marqué una conferencia (sin diapositivas que iba conduciendo) sobre las dificultades del tráfico, el aparcamiento y las ventajas de un coche pequeño y de poco motor. Puto iluso. Cuando entramos al recinto me di cuenta que había gastado una hora de saliba para nada.
Yo me desmarcaba por los stands de coches pequeñitos y baratitos: que si un Smart fourfour que es muy mono, que si un Suzuki swift, que si un Mitsubishi colt, el Peugeout 107 tan chiquitín, el Toyota Aygo (mi preferido) tan recogiíco, un honda jazz... pero nada, mi mujer me arrastraba como El Lado Oscuro hacia el stand de Volkswagen (a ella siempre le ha gustado el Golf), el de Lancia (putas Supermodelos 06 y su Ypsilon bicolor) y al de Opel, por aquello del efecto C'Mon!!.
Yo tenía la esperanza de que el límite autoimpuesto por mi mujer a ella misma en el precio hiciera su efecto, segundo error. A las primeras de cambio esa barrera infranqueable se hizo añicos como la defensa del Madrid (no hay Cannavaros que valga) y subimos el listón 3000 euracos (Dios, lo que hacía yo con tres mil napos) porque.... "para una vez que compramos un coche para mí... que me guste". De nuevo saqué el resumen de aquel master nunca hecho sobre economía en la Universidad Haltford de Cambridge y me puse a explicar los misterios de la cábala en la alineación ultradimensional de la cuenta corriente cuando apareció, sin avisar, a mala leche y contundente cual presencia de Darth Vader con asma el siguiente argumento: "es que a mí siempre me ha gustado un coche chorizo".
Batalla perdida.
Pues nada, que al final nos compramos un Opel Corsa Enjoy, de los nuevos, eso sí, 1.2 80cv, que para algo tenía que servir todo lo que había dicho. No me quedaba otra que pelearme con el tipo que tenía enfrente (con lo buena que estaba la rubida de Suzuki coño) por el precio. Le rasqué entre sollozos, llantos y promesas de sexo oral tras el stand unos 2800 euracos de descuento sobre el PVP (se apiadó de mí el buitre leonado) y le arranqué por escrito aquel presupuesto. Sin perder tiempo me fui a un concesionario de Granada y le planteé la situación, si me igualaban el precio (tuneé el presupuesto para poner 2 años extras de garantía total) y las condiciones se lo compraba a ellos, y antes de que acabara la frase la tipa ya tenía redactados los papeles de pedido, y eso que me salía con un PVP superior al de la feria, vamos, que los 3000 euracos que fueron rotos y sodomizados por la mente de mi esposa fueron vengados por mi sapiencia negociadora, el honor fue reestablecido.
Ahora a esperar mes y medio a que nos den el cochecito, que por otra parte, es una gozada conducirlo. No, si al final no hemos salido muy mal parados.